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Foto del escritorDiana Fernandez V

Enfermedades y Enfermos a Traves de la Historia Dialogo entre Docentes


En las últimas décadas del siglo veinte la forma de relacionarse los médicos y los enfermos cambió más que en los veinticinco siglos anteriores. El paso del modelo paternalista al autonomista supuso una transformación con escasos precedentes históricos. La evolución de este fenómeno a lo largo del tiempo afectó a los tres elementos involucrados.


El enfermo, que tradicionalmente había sido considerado como receptor pasivo de las decisiones que el médico tomaba en su nombre y por su bien, llegó a finales del siglo veinte transformado en un agente con derechos bien definidos y amplia capacidad de decisión autónoma sobre los procedimientos diagnósticos y terapéuticos que se le ofrecen, pero ya no se le imponen.


El médico, que de ser padre sacerdotal (como correspondía al rol tradicional de su profesión) se fue transformando en un asesor técnico de sus pacientes, a los que ofrece sus conocimientos y consejos, pero cuyas decisiones ya no asume.


La relación clínica, que de ser bipolar, vertical e infantilizante, se fue colectivizando (con la entrada en escena de múltiples profesionales sanitarios), se fue horizontalizando y se fue adaptando al tipo de relaciones propias de sujetos adultos en sociedades democráticas.


En la medicina hipocrática se produce una espectacular evolución de médicos que parten de la situación típicamente artesanal para ascender intelectual, social y profesionalmente, si no a la categoría de médicos-sacerdotes (que existen de forma pura en los templos de Asclepio) sí al menos a la de médicos-filósofos.


El médico hipocrático se separa del sacerdote (ya no considera ni pretende utilizar fuerzas sobrenaturales) elaborando una teoría lógica y natural de la salud y la enfermedad, y aplicándola en su práctica.


Conserva, sin embargo, rasgos típicamente sacerdotales, como lo es el de no estar sometido al derecho ordinario y disponer de su propio código ético, plasmado, entre otros textos, en el célebre juramento, que impone la beneficencia (dos veces aparece en el texto del Juramento hipocrático la norma de actuar en beneficio del enfermo), la conservación de la pureza y santidad en la vida y en el arte, la obligatoriedad del secreto profesional, etc.

El médico-filósofo hipocrático es por tanto el heredero del antiguo médico-sacerdote.


Su elevada posición social fue lograda mediante un extraordinario proceso de superación cultural, a partir de la cirugía artesanal que ejercían los primeros hipocráticos. Pero no todos los practicantes de la medicina alcanzaron en Grecia ese elevado nivel: en las capas sociales inferiores había también, como es habitual, una gran cantidad de empíricos dedicados a realizar curas de forma artesanal, mediante la cirugía o, a veces, también mediante ceremonias de fondo supersticioso.

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